Una de las cosas que más se echa de menos cuando decides dejar de comer alimentos de origen animal, sin duda es el queso. Realmente es un producto único que por más que intentemos lograr el mismo sabor con alimentos de origen vegetal difícilmente se consigue. Hay algunas recetas más acertadas que otras que casi recuerdan y se asemejan mucho, como esta receta de mozzarella, que sin duda está súper bien lograda.
He de felicitar a la chef nutricionista Mariana que ha conseguido este magnífico resultado. Tiene multitud de recetas veganas que deben estar deliciosas y que no he tenido el placer aún de probar, pero estoy segura de que te ayudarán en tu día a día hacia una alimentación saludable y más sostenible.
En el mercado actualmente encontramos una gran variedad de quesos veganos o vegetales que nos servirán para sustituir en un momento dado el queso convencional de una receta, pero su consumo frecuente no suele ser recomendable porque suelen estar elaborados con mucha grasa. Si queremos un queso que sea de un valor nutricional alto lo mejor es hacerlo nosotros. Generalmente los quesos que se venden cuyo ingrediente fundamental son los anacardos suelen ser de mejor calidad nutricional que el resto; el único inconveniente lo encontraremos en su precio, que suele ser elevado.
La verdad es que los anacardos son un fruto de la naturaleza que nos aporta muchos beneficios en el sistema cardiovascular, nervioso y ayuda a regular el colesterol. Yo ya lo conocía hace años, pero no era un fruto seco que consumiera con frecuencia y ahora hace un par de años que no puedo vivir sin él, se ha convertido en mi favorito.
¡ME HE VUELTO FAN DE LOS ANACARDOS!
Esta mozzarella vegana se ha convertido en uno de mis favoritos y me he vuelvo adicta de lo rica que está, no se si diría que me gusta más incluso que la convencional de vaca. Así que te invito a que la hagas en casa y me digas qué tal la experiencia.
Una de las características que la hacen ideal es que es más saludable que otras mozzarellas veganas porque no lleva ningún tipo de aceite. Además contiene probióticos, que son muy beneficiosos para nuestra flora intestinal.
Y finalmente, para conseguir la fantástica textura que tiene se emplea Psyllium, una planta cuyas semillas mucilaginosas suelen utilizarse como espesante y para aliviar síntomas de estreñimiento o diarrea. La verdad es que hace relativamente poco que supe de la existencia de estas semillas, pero ciertamente le aportan un punto diferenciador a muchos alimentos; por ejemplo son ideales para hacer pan de trigo sarraceno. Si has comido alguna vez este tipo de pan verás que es más compacto que los elaborados con otras harinas. Al elaborar pan con Psyllium se consigue una mayor esponjosidad y da mejor resultado, sobretodo en bizcochos.
Ingredientes para 10-12 porciones generosas
- 300 gr. de anacardos
- 120 ml. de zumo de limón
- 6 gr. de levadura nutricional
- 3 Cápsulas de probióticos
- 550 ml. de agua
- 35 gr. de Psyllium en polvo
- 10 gr. de sal (o al gusto)
- Lo primero es dejar en remojo los anacardos mínimo 8 horas (yo los dejo por la noche).
- Enjuagamos y escurrimos los anacardos.
- Trituramos los anacardos en una picadora o procesadora de alimentos junto con el zumo de limón.
- Agregamos la levadura nutricional y el contenido de las cápsulas de probióticos (deberemos abrirlas).
- Trituramos de nuevo para que quede todo bien integrado.
- Colocamos la masa en un recipiente de cristal y lo cubrimos. Deberemos dejarlo reposar 24 horas para que fermente en un lugar cálido.
- Mezclamos el agua con el Psyllium en polvo. Vamos añadiendo las semillas mientras batimos. Cuando esté libre de grumos dejamos reposar hasta que obtenga consistencia gelatinosa.
- Volvemos a triturar la mezcla ya fermentada pero en esta ocasión le agregamos el gel resultante del agua y el psyllium. Agregamos también la sal.
- Colocamos la mezcla en un recipiente hondo o en boles. Podemos darle forma con nuestras manos humedecidas en agua.
- Finalmente dejamos enfriar en la nevera 8 horas antes de hincarle el diente, que si eres como yo estarás deseándolo.
Guardado en un recipiente hermético podemos conservarlo en la nevera hasta 5 días.